Fecha de publicación: 07/06/2022

El Asesor Espiritual publica una reflexión sobre el Espíritu Santo y la labor de los vicentinos

Espiritualidad

La Tercera Persona Trinitaria ocupa un lugar destacado en la vida y enseñanza de San Vicente de Paúl. Lo cual es llamativo, al observar que la teología de la época no se caracterizaba por ser demasiado devota del ES. En los escritos de Vicente de Paúl se encuentran 77 citas vinculadas al Espíritu Santo. Esto manifiesta su fuerte devoción hacia Él, así como su intención de inculcar este amor en quienes lo rodeaban.

En este contexto de los trabajos de la SSVP a favor de los pobres del mundo notemos que SV gusta contemplar al Espíritu Santo como la causa de unión en las comunidades y grupos:

“¡Quiera Dios unirles a todos muy íntimamente y con un vínculo de caridad indisoluble, a fin de que por esa mutua amistad se les pueda reconocer a ustedes como verdaderos hijos de Nuestro Señor, a cuyo amor desean atraer a los demás con su ejemplo y sus palabras! Le pido al Espíritu Santo, que es la unión del Padre y del Hijo, que les conceda esta gracia”.1

El Espíritu Santo actúa en los corazones para encenderlos en el amor, es fuente de unidad. Así se lo señala a un superior: “¡Quiera el Espíritu Santo, que los ha reunido, perfeccionar su unión y perpetuar en ellos todos los frutos del trabajo de ustedes, dignos de una eterna recompensa!”.2

Basándonos en estas reflexiones, profundicemos el tema de la unidad entre los miembros de la SSVP que creemos en el obrar del Espíritu Santo. Es un tema que tan fuertemente nos lo proponen las lecturas de esta Solemnidad. La “unidad del Espíritu” se describe en el Nuevo Testamento como comunión de corazón y de vida, de culto, de bienes. Implica además, no cerrarse sino estar en comunión con todo el Pueblo de Dios.

La unidad de la Iglesia está en íntima conexión con el derramamiento del Espíritu, ya que Pentecostés se presenta como el reverso de la confusión de lenguas de la torre de Babel. Asimismo, el Espíritu aparece fecundando a la única Iglesia con variedad de carismas. Es el modelo de una diversidad armonizada por el Espíritu. El amor es la obra suprema del Espíritu en la Iglesia, a la cual se orientan los variados carismas que él siembra en los individuos. La pluralidad da una diversidad que no tiene porqué resultar un obstáculo para la unidad, al contrario le confiere el carácter de comunión.

El Espíritu Santo que es el amor que une al Padre y al Hijo, y es el que realiza la unidad entre nosotros. Él es quien derrama el amor en nuestros corazones para que podamos amar de verdad, construir puentes sobre los ríos que nos separan, destruir las barreras que nos dividen. Él es quien nos brinda el gozo de luchar juntos para conseguir algo bueno o la maravillosa experiencia de festejar un logro compartido.

En esta Solemnidad de Pentecostés queremos recordar que cuando estamos unidos a un hermano por el amor estamos dejándonos guiar por el Espíritu Santo, modelo de amor unitivo. Es maravilloso admirar cómo se puede hacer presente la vida del Espíritu en las relaciones humanas. Porque todo gesto de amor generoso es un reflejo de ese Amor infinito que une al Padre y al Hijo. Por eso podemos admirar los reflejos del Espíritu Santo en un gesto de servicio humilde y generoso, en una actitud que busca hacer feliz a otro, en toda inclinación hacia otro que tiende a “hacernos uno” con él.

El ES es “nexo” entre los seres humanos. La obra del Espíritu en el corazón de los hombres, posee necesariamente un dinamismo comunitario. Es por eso que la función del ES es la de ponernos en movimiento para ir al otro.

Una forma concreta como esto se produce es porque es el diálogo. Un modo eminente como se refleja el impulso amoroso del Espíritu, es inspirando el diálogo sincero de quien acepta que puede aprender algo del otro. Implica reconocer que hay variados caminos de acceso a la verdad. De modo que cuando dialogamos reconocemos que estamos con personas que buscan la verdad desde otra perspectiva. La tarea nuestra no es llevarlos a toda costa a pensar como nosotros, sino a la conversación que produzca enriquecimiento mutuo. Siempre hay una parte de bien y de verdad en los que piensan distinto. Poder captar la perspectiva del otro, no es debilidad, sino una gracia de cara a la verdad. Esta es la clave de la sinodalidad que la Iglesia está buscando. Y también la SSVP como parte de la Iglesia.

En esta solemnidad pidamos que el ES conceda unidad, diálogo y amor servicial a la querida SSVP. Recurramos siempre al ES que es nuestro Defensor (que no es poca cosa) y nuestro Maestro Interior.

1 E. S. V, 62

2 E. S. VII, 116

Preguntas:

1 ¿Soy devoto del ES? ¿Cómo puedo serlo más?

2. ¿Soy persona de diálogo? ¿Cómo son mis comunicaciones con los demás?

3. ¿Busco la unidad en la SSVP?

4. ¿Difundo la devoción al ES entre los pobres?

Andrés Motto, CM.