Covid19. Canadá. Voluntarios mayores que siguen su labor pese al confinamiento

Ellen Schryburt y Jean-Marc Bougie se implican directamente con los colectivos vulnerables desde hace años. Con más de 70 años, estos voluntarios han temido por los más necesitados cuando se ha declarado el confinamiento al comienzo de la pandemia. Sin embargo, incluso desde casa, se han puesto a trabajar y siguen dedicándose a sus comunidades, porque los gestos más simples son los que más cuentan.
Cuando el gobierno ordenó a la población quedarse en casa, las familias desfavorecidas de Saint-Léonard perdieron súbitamente el acceso a los servicios de la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP). Confinada en casa, Ellen Schryburt, implicada con su comunidad desde muy joven y en la presidencia de la Sociedad a escala nacional, ha decidido tomar la iniciativa. En tan solo unos días, la presidenta de la SSVP en Saint-Léonard ha metamorfoseado el funcionamiento del organismo para ayudar a los hogares necesitados, mediante la reorganización de toda la cadena para continuar con el aprovisionamiento, la adopción de medidas de distanciamiento social, y la preparación de listas de llamada y trayectos de entrega.
Según palabras de Ellen Schryburt, el rostro de la pobreza de barrio tiene muchas facetas: refugiados, familias monoparentales, beneficiarios de ayudas sociales, parejas de personas mayores que no llegan a fin de mes, etc. La pandemia del COVID-19 es una crisis sanitaria sin precedentes.
« Mucha gente tiene ganas de hacer voluntariado, porque no trabajan, y quizás pueden hacerlo los fines de semana o por la tarde ; y eso puede acercarles a los más necesitados. », concluye Ellen Schryburt.
A sus 70 años, Jean-Marc Bougie siempre ha sido conocido en su entorno por sus talentos culinarios. Desde el comienzo de la crisis del COVID-19, ya no está con los hornos, sino más bien al teléfono. Hace llamadas a personas aisladas socialmente tres o cuatro veces por semana para comprobar que están bien. Pese a la precariedad de muchas personas, al septuagenario le anima escuchar las anécdotas que le cuentan.

«Me hacen partícipe de lo que pasa, de cómo se sienten. Existe mucha empatía en las llamadas, mucha complicidad. Los hay que son invidentes, que tienen dificultades de movilidad, o que están enfermos o aislados.», comenta el señor Bougie.
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